China comienza sus experimentos de largas estadías en el espacio y otros mundos

Los voluntarios revisan las plantas dentro de una cabina espacial simulada en la que viven temporalmente como parte del proyecto científico Lunar Palace 365, en la Universidad Beihang de Beijing, China, el 9 de julio de 2017. Un grupo de cuatro voluntarios entró en el Palacio Lunar,  en un espacio de 160 metros cuadrados, la primera base de soporte biológico de China, donde vivirán durante los próximos 200 días reemplazando a otro grupo que pasó 60 días en la cabina simulada probando cómo funciona un sistema de soporte vital en un entorno parecido a la luna. REUTERS / Damir Sagolj

Estados Unidos no es el único país que se encuentra realizando simulaciones de largo plazo sobre vivir en otro planeta, en la carrera ahora entra China con cuatro estudiantes en Beijing que comenzarán un experimento de aislamiento de 200 días. El lugar se llamará “Lunar Palace 365” y vivirán únicamente de los recursos que puedan conseguir generar en un ambiente lunar o marciano, esto significa generar planas generadoras de oxígeno, reciclado de orina para producir agua potable e intentar exprimir al máximo cualquier tipo de suministro que puedan tener a mano.

Dejando de lado la parte de los recursos, el mayor reto en estos experimentos es el psicológico, los estudiantes tendrán tareas diarias que los mantendrán motivados pero de igual forma tendrán que vivir en espacios reducidos sin contacto con amigos o su familia durante la mayor parte del año. También se analizarán los comportamientos derivados de pasar mucho tiempo sin luz solar y como esto puede afectar su salud tanto física como mental.

Este experimento no es el de mayor duración realizado pero de igual manera es importante para China ya que este país se encuentra determinado a alcanzar a los programas espaciales de USA y Rusia, lo que significa que tienen que estar listos para largas estadías en mundos distantes.

El día que la NASA estrelló un avión en nombre de la ciencia

El día que la NASA estrelló un avión por la ciencia

El primero de Diciembre de 1984, científicos de la NASA y la fuerza aérea de Estados Unidos estrellaron un avión de pasajeros en el desierto a propósito. La intención fue la de realizar un experimento para probar un nuevo aditivo para el combustible que podría reducir potencialmente los riesgos de incendio en las catástrofes aéreas. El aditivo llamado FM-9 mostró resultados prometedores en impactos simulados pero este tipo de prueba en la vida real fue necesario.

La agencia espacial se hizo con un Boeing 720 para el proyecto y lo llevó a la base aérea Edwards de la fuerza aérea en California. Estrellar un avión es una oportunidad muy rara, por lo que además de las pruebas sobre el nuevo aditivo para el combustible, los científicos añadieron además diferentes tipos de instrumentos en la cabina  para otros experimentos de supervivencia que fueron desde nuevos asientos, espacios para equipajes y materiales a prueba de fuego.

Luego de 14 pruebas preliminares, el avión controlado de forma remota, despegó para su vuelo final en la mañana del primero de Diciembre con una carga completa de combustible con el mencionado aditivo. Luego de un vuelo de 9 minutos el piloto remoto se puso en ángulo hacia la zona designada para estrellarse, el plan era el de carretear unos segundos en la pista hasta chocarse contra unos postes de metal que se encargarían de cortar las alas y dejar el fuselaje intacto, hubo algunos errores de precisión que se arreglaron antes de aterrizar hasta que finalmente se dio.

El día que la NASA estrelló un avión por la ciencia

Como podemos ver en las fotografías que acompañan esta entrada, el experimento no fue tan bien como se esperaba al menos para el aditivo que aunque se argumentó que las llamas fueron menores de lo que hubiera sido SIN el aditivo, la fuerza aérea abandonó los esfuerzos sobre este componente nuevo. Los investigadores estimaron que quizás un cuarto de los pasajeros podrían haber sobrevivido con este impacto con una ventana de 30 segundos para escapar del fuego.

El día que la NASA estrelló un avión por la ciencia

Por otro lado, los experimentos de seguridad en la cabina resultaron fructíferos y es que los científicos pudieron conseguir información complicada de supervivencia que ayudó a la fuerza aérea a mejorar e introducir nuevos estándares de seguridad, como por ejemplo la inclusión de materiales más resistentes al fuego y una mejor iluminación en el piso de la cabina.

Probando un disparo bajo el agua

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Como era de esperar, la resistencia del aire y el agua no son las mismas, ofreciendo esta ultima la mayor de las dos, podemos ver esta resistencia en funcionamiento en un simple experimento realizado por físico (obviamente) noruego donde se dispara bajo el agua con un rifle de asalto y podemos ver en cámara lenta cómo la bala pierde toda velocidad en segundos para luego caer lentamente al fondo de la piscina.